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¡Basta de mentir!


¡Basta de mentir!

Los lunes por la mañana como hago habitualmente cada quince días recorro los anaqueles de la biblioteca pública de una localidad cercana. Observo una sección con un  cartel al que nunca presto atención;  Autoayuda. Por primera vez reviso los libros, ¿por qué no hacerlo?, quizás haya algo interesante,  un par de títulos, no dicen mucho, pero me llama la atención ¡Viva la diferencia![1] Su autora es bastante conocida, Pilar Sordo. Algunas notas que había escuchado me llevaron a leer el libro, uno de los tantos que ha escrito. La primera parte centrada en las diferencias entre mujeres y hombres, interesante y por momentos hasta graciosa, en particular por la capacidad de reconocernos en actitudes y formas de actuar. Pero la segunda parte lleva a un tema que interesa a muchas personas, en particular a aquellas que trabajamos con las nuevas generaciones.
Plantea en la segunda sección las características de las nuevas generaciones:
·         Escasa constancia: “No quieren esperar, lo quieren todo y de inmediato, se aburren pronto y necesitan cambiar rápido de objetivo porque de otra manera no les interesa seguir esforzándose.”[2]
·         Inmediatez: “Generación on-off: todo lo prenden y todo lo apagan, y esperan que el mundo funcione igual.”[3]
Más adelante señala que no posee una visión negativa de los adolescentes, valora el hecho de que es “una generación muy verdadera, pero confundida, sin ídolos o modelos a quienes seguir.”[4] El problema no lo poseen los adolescentes, es nuestro, de los adultos porque “hemos ido entregando un mundo que ellos no quieren copiar (…) No quieren copiar a una generación que, dicho por ellos mismos, no hace nada importante, solo cosas urgentes; que anda enojada constantemente; que olvidó sus ideales y que trabaja todo el día sin saber por qué. Los adolescentes expresan que ellos jamás pidieron ese esfuerzo y que sienten que ese cansancio y sacrificio se los cobran sus padres todo el día.”[5] La autora agrega a esta situación el desprestigio de la autoridad, “los padres de estos adolescentes recibieron el mensaje de que “debían ser amigos de sus hijos” y esto se entendió, al parecer, como dejar de ser autoridad, no establecer límites, solo ser amigos y contar con su confianza.”[6]
Quien este en contacto con adolescentes puede compartir las preocupaciones que muestra Pilar Sordo. En las aulas la falta de compromiso se visualiza a diario, pero no solo par parte de los adolescentes, también por parte de nosotros. Las reuniones de profesores suelen ser una catarsis colectiva añorando los tiempos en que fuimos formados en la cultura del esfuerzo o lo que he denominado el fin de la herencia inmigrante. Aquellos individuos que se bajaban de los barcos con hambre y ganas de conquistar el mundo, desplazados de la Europa industrial y de la Europa subdesarrollada. Imbuidos por la idea de progreso, tan fuertemente cuestionada por la tragedia de las guerras mundiales y el doble holocausto; el de los campos nazis y el nuclear. Las nuevas generaciones padecen o me incluyo padecemos un “aburguesamiento” generalizado, un conformismo enmascarado por el consumismo fútil de creer que el progreso se basa en tener objetos socialmente considerados de valor por la sección de consumo que integramos. ¿Qué valor puede tener el estudio, el conocimiento?, si nos es útil para conseguir un trabajo bien pago y lograr tener los accesorios de marca, sirve, de lo contrario no. ¿Para qué saber de Platón o de Sartre?, si me pagan bien, servirá de lo contrario no. Esto es el apogeo del utilitarismo, el triunfo absoluto del mercado en todos los ámbitos. Esto no quiere decir volver a la imagen de la polis ideal en Atenas, pero si requiere revalorizar el saber como forma de liberación del individuo. Si quien estudia y dispone de conocimientos, contribuye a motivar,  pensar no es considerado exitoso, por el contrario generalmente se trata de un paria, de alguien a excluir, la escuela y su función solo se remite a la de una fábrica más donde se forman sujetos para el mercado, con una vida útil predeterminada.[7]   Mientras esto no suceda las nuevas generaciones y creo que las mayores seguiremos sumidos en la  carrera de consumir, donde todo se reduce a sortear obstáculos para obtener premios que son los objetos de consumo. En esa carrera el estudio no es una garantía de éxito como lo fue a fines del siglo XIX y hasta bien entrado el siglo XX. Existen otros mecanismo que aseguran un éxito mayor, ser un futbolista exitoso, ingresar en la política donde se requiere imagen y un discurso que abarque a un colectivo lo suficientemente numeroso, para asegurar la ocupación en la cima del poder político. A esto se le debe sumar la posibilidad de acceder a recursos cuantiosos, nada menos que la masa impositiva de toda una sociedad con la cual negociar y enriquecerse. Para esto solo es necesario decir lo que las “abstracciones cívicas” [8] quieren escuchar. Interpretar los deseos de las masas, encarnar el ideal el reflejo que quieren visualizar.  
Mientras tanto, en el aula, los docentes seguimos diciendo que el estudio es la catapulta al éxito. La sociedad crítica el trabajo docente, y en gran parte con razón pero no se puede pedir que el estudio y el conocimiento sean valorados mientras alguien que roba un banco, años después se pasea como un gran señor sin mancha. O donde un señor como Berlusconi presenta una gran aprobación pública. ¿Cuántos quieren ser como Berlusconi?, mientras que por otra parte,  ¿quién quiere seguir el ejemplo de René Favaloro?[9] No menciono los ejemplos de famosas y famosos porque los mismos son evidentes. En definitiva quien quiere ser un ingeniero exitoso o médico exitoso en la sociedad actual, hay un escaso número de jóvenes que piensan así. Y no llego a mencionar a aquellos que ven con agrado la figura de un Pablo Escobar, mientras que claramente consideran que un trabajador de una fábrica o del campo es alguien no muy despierto. Así que es una contradicción evidente sostener cambios en la educación mientras los ejemplos que le presentamos a las nuevas generaciones son del exitoso corrupto versus el trabajador al límite de la alienación y sin éxito alguno. Aclarando también si el éxito se mide solo por los logros económicos o deseamos revitalizar valores como el respeto, por mencionar algo que ya no se practica. Cuando tengamos claro qué es lo exitoso y qué no, en ese momento comenzarán los cambios y dejaremos de mentir.
1_ ¿Te sientes identificado con lo señalado por Pilar Sordo sobre los jóvenes?
2_ ¿Qué visión tienes sobre el mundo adulto?
3_ ¿Qué esperas de la educación?


[1] SORDO, Pilar. ¡Viva la diferencia! (… y el complemento también). Argentina: Planeta, 2012.
[2] Ibíd., p. 127.
[3] Ibíd., p. 128.
[4] Idem.
[5] Ibíd., p. 128.
[6] Ibíd., p. 129.
[7] La imagen del tema de Pink Floyd “Another brick in the wall” es perfecta y lamentable a la vez ya que la escuela a pesar de transformaciones epidérmicas mantiene el discurso utilitario. Ver,  https://www.youtube.com/watch?v=oaj5gS4SPKE
[8] Kovadloff señala que los ciudadanos que deciden cada cinco o cuatro años se reducen a abstracciones, su cuota de poder es escasa, dado que perfectamente el poder de decisión se encuentra condicionado por los medios masivos y la ignorancia progresiva de los ciudadanos.
[9] Ver al respecto algunos datos biográficos mínimos en: https://es.wikipedia.org/wiki/Ren%C3%A9_Favaloro   consultado en línea, 12-8-2015.

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