“Un día de la vida de Iván Denisovich”[1]
Entre
1945 y 1956 Solzhenitsyn estuvo preso en los campos de concentración soviéticos
llamados Gulag[2].
La obra que aquí referenciaremos constituye el primer producto de esa
experiencia. La misma pudo ver la luz gracias al breve interregno entre la
muerte de Stalin y la asunción de Kruschev. Daremos algunos subtítulos a las
partes que hemos considerado relevante presentar pero claramente la obra es una
pieza brillante de descripción de la vida en prisión y en condiciones extrema
de dureza.
Escenas
del GULAG
Zapatos
“Mojarse
las botas por la mañana, es algo que hay que evitar por encima de todo. En
realidad, ni asaltando los barracones se encontraría otra cosa que ponerse
en los pies. En ocho años de campamento, Shújov y sus compañeros las han pasado
morados por culpa del calzado /…/ Shújov consiguió (se las apañó para ir al
almacén con el subjefe) unos zapatos sólidos, con punteras reforzadas y que
dejaban espacio para dos calcetines rusos de abrigo. Durante una semana, se
sintió feliz ¡Cómo hacía sonar los tacones nuevos! En diciembre, llegaron las
botas de fieltro: eso sí que era vida, y convenía aprovecharlo. Pero he aquí
que un cerdo de contabilidad fue a decirle al sargento que los reclusos podían
coger las botas con sólo alargar la mano pero que, en este caso, tenían que
devolver los zapatos. Porque no era normal que tuvieran dos pares de calzado al
mismo tiempo. /…/”[3]
Sopa
“Lo único
bueno de la sopa es que está caliente pero ahora, la de Shújov se ha enfriado por
completo. A pesar de todo, come despacio, prolongando el placer. En estos
casos, y aunque arda la casa, no vale la pena andar con prisas. Sin contar las
horas de sueño, el tipo que está en los campos, el láguernik, sólo dispone
realmente, para vivir, de diez minutos por la mañana, durante el desayuno; de
otros cinco al mediodía, y de otros cinco a la hora de la cena. La sopa no
cambia de un día a otro; todo depende de la clase de legumbre que ha sido
almacenada para el invierno. El año pasado no habían almacenado más que
zanahorias. Saladas, y, desde setiembre hasta junio, solo había habido sopa de
zanahoria. Ahora, le toca el turno a la col trinchada. El tiempo mejor, en los
campamentos, es el mes de junio: se han acabado todas las legumbres, y las sustituyen
por sémola. El mes peor es el de julio: echan ortiga trinchada en las
marmitas.”[4]
Por la mañana
“Shújov
ha logrado hacer cuanto debía y alcanza, en la salida, a los ultimos de su
brigada: con sus números marcados en la espalda, cruzan la puerta y salen al
exterior. Van todos embutidos, envueltos en sus harapos, y se dirigen
pesadamente hacia la plaza, oblicuamente en fila india, sin tratar de
alcanzarse y sólo se oye el crujido de la nieve. Todavía reina la oscuridad,
pero hacia el Este, verdea el cielo, palidece, y un vientecillo cruel sopla de
Levante. /…/”[5]
[2] Dirección General de
campos de trabajo.
[3] SOLZHENITSYN, Aleksandr.
“Un día de la vida de Iván Denisovich”, op. Cit., p. 15.
[4] Ibíd., p. 18.
[5] Ibíd., p. 28.
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