Educación, valores y fútbol.
En España durante la temporada 2010 y 2011
9.830.247 personas asistieron a los estadios para observar los partidos de la liga.
Un par de millones más, (11.123.000) observaron el clásico español el 16 de
abril por televisión.[1]
Como coinciden dirigentes y periodistas el fútbol constituye una válvula de
escape para la rudeza con la que se presenta la realidad. Millones de personas
necesitan escapar a sus problemas cotidianos una vez a la semana, un rato en el
día y encuentran las series televisivas, el fútbol o el cine como “adicciones”
no peligrosas para alivianar las cargas y pesares diarios. Los futbolistas son
los grandes héroes de la arena a través de quienes muchos viven sus no-vidas.
Se aíslan en sus esferas (Sloterdijk) y no prestan atención a su alrededor. Estos
son solo algunos datos sobre la importancia de este negocio-deporte. ¿Qué
vínculos tiene con la educación? Podríamos decir que varios y en especial con
los valores.
Comparto con muchos colegas la necesidad de
cambiar algunas cosas que están mal en la educación y en la sociedad.
Algunos piensan que es necesario inculcar valores
desde el aula (cuestión que siempre hacemos), ir a lo específico y trabajar con
lecturas o acciones tendientes a resaltar valores. Podemos discutir cuan
apropiado es esto, bien podríamos alegar que es mejor resaltar valores con
nuestras acciones cotidianas. Lo cual nos lleva a ser coherente con lo que
decimos y hacemos, cuestión siempre difícil.
Últimamente he observado una necesidad de resaltar
el “ejemplo” de los futbolistas. Aclaro que en los mundiales miro fútbol y me
gusta, digo por las dudas, en esto del fútbol ingresamos a un terreno casi
religioso. Enciendo la radio, los informativos de televisión… y ahora el cine,
películas de futbolistas, heroicas y hollywoodescas. Por si esto no fuera poco,
se lleva a los jóvenes a observar películas con esta temática desde los centros
educativos, aduciendo que son un ejemplo de valores y muestran cómo un joven
debe hacer para volverse un profesional. No puedo dejar de asociar en mí mente
los films creados por Leni Riefestahl para adoctrinar a las juventudes
alemanas, claro está que aquí no hay intención alguna de formar jóvenes para
los terribles fines que pretendía el III Reich. Aquí se los forma para ser
futuros gladiadores de los coliseos modernos llamados estadios, donde vestirán
camisetas coloridas y serán los efímeros héroes de la plebe que aclama detrás
de caros plasmas y sus onerosos decodificadores. Sus humores y suertes estarán
atados al accionar de 22 millonarios que corren detrás de una esfera inflada y
plastificada.
Hoy los jóvenes se plantean ser futbolistas y
alcanzar el éxito económico. Las familias ven en ello una tabla de salvación y
apuestan todo. Algunos equipos observando los resultados de décadas anteriores
buscan que sus futbolistas adquieran algo de educación, mera cuestión formal.
Pero me sigo preguntando, ¿el ideal de esta sociedad uruguaya es ser
futbolista-millonario-profesional? O en orden de importancia millonario-futbolista-profesional,
¿no deberíamos discutir que sociedad pretendemos para saber qué educación es la
adecuada?, porque de lo contrario deberíamos en lugar de copiar a Finlandia y
sus modelo, dedicarnos pura y exclusivamente al fútbol. Hacer una especie de Esparta
que forme en lugar de soldados futbolistas para alimentar los voraces mercados,
ávidos de nuevos héroes. Lo cual no comparto pero si es expresado
explícitamente lo entendería y sólo crítico la hipocresía de decir que
pretendemos mejorar la educación y tener un país educado cuando solo apuntamos
a la cultura del “pan y circo”. Planteo una pregunta más para el final ¿estamos
al tanto del sometimiento o semi-explotación que viven niños (y ahora niñas)
por esta cuestión de tener éxito en el fútbol?, ¿tienen libertad esos niños? ,
¿pretendemos inculcarle estos valores desde los films?, ¿qué tal si le
mostramos otras alternativas?
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